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CORRER Y ESCRIBIR
Esta nota justo mezcla estas dos actividades que durante toda mi vida he disfrutado mucho.
Encuentro que aunque parezca que no tienen nada que ver, para mi son como el helado de limón con Coca-Cola, acaban trayendo a la memoria grandes recuerdos y combinando muy bien.
Voy a empezar con el tema de los pasos veloces.
 Desde que yo era muy chica correr lo más rápido posible fue un tema de reto y motivación, sentía que podía ir tan rápido que casi me quedaba a solo un paso de volar.
Después, un poco más grande empecé a correr distancia y tiempos mas largos. Empecé un verano junto con mi hermana en San Francisco, nos levantábamos en la madrugada a correr a orillas de un lago que estaba cerca de casa de mi Tía.
 Empezó de ahí en adelante una constante, con sus altibajos de temporadas cortas o largas sin salir a correr pero el gusto ahí esta y se mantiene, hoy cuando retomo la temporada y vuelvo a correr es un regalo.
Un espacio para mí donde la respiración, el ritmo de mis pasos y movimientos, poniendo todo en sincronía, con el aire en la cara, el frío inicial y mis pensamientos, es el preciso momento cuando logro crear una experiencia de soledad único y completamente disfrutable.
Hace tiempo, platicando con alguien que corrió un Maratón me decía que le había dado tiempo de sentir frío, calor, enojo, alegría, odiar, extrañar, agotarse y deprimirse pero luego superarse, recuperar animo, fuerza y terminar. Seguramente todos los que han logrado correr un maratón tienen historias similares y la certeza de que la suma de todas estas emociones es la que completa la experiencia.
En lo personal aunque no he corrido un maratón si tengo una muy buena historia, en un viaje que hicimos en barco ya hace algunos años, me levantaba temprano para ir al gimnasio a las caminadoras un buen rato. Las caminadoras las tenían acomodadas frente a un ventanal enorme en el frente del barco, la vista generalmente era el mar y casi por llegar el puerto que visitaríamos durante el día, lo increíble del momento era exactamente el conjunto del paisaje con la vista del mar, los movimientos del barco junto con los míos, las piernas dando los pasos necesarios para el ritmo de la caminadora y la paz que había por que era la única a esa hora en ese lugar. Tengo el recuerdo de sentir como si estuviera corriendo sobre las olas hacia la playa a la orilla del mar.
Ya en México durante un tiempo cada vez que salía a correr seguía teniendo la sensación del movimiento del oleaje y en la mente la vista del mar, como cuando patinas y después de quitarte los patines, sigues un momento después caminando con las sensación de patinar.
Aquí es donde se encuentran los temas, porque la manera en que quiero describirles el momento de soledad y plenitud que he encontrado algunas veces corriendo, se puede perder si una palabra no concuerda con lo que quiero expresar. El lenguaje se queda corto a las ideas o imágenes de la mente.
Flaubert del libro de Madame Bovari dice exactamente lo que estoy escribiendo de la siguiente forma "por cuanto la verdad es que la plenitud del alma puede llegar a exceder la total insipidez del lenguaje, ya que ninguno de nosotros puede expresar jamás la exacta medida de sus pensamientos o de sus pesares."
Con esto reafirmo mi teoría y me pongo un punto de salida para mi maratón personal de no se cuanto tiempo, ni velocidades, mi meta será lograr acercarme lo mejor posible a poder expresar mis ideas y lo que me gusta observar. 

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